Mirador de las Rosas
Dirigiendo nuestra mirada hacia la Marina de San Miguel y descendiendo la vista hacia el mar, nos encontramos con dos majestuosas rosas de basalto emergiendo del agua. La formación de basalto inicia con una erupción en el lecho marino. Si la actividad eruptiva persiste de manera constante, puede dar lugar a un cono volcánico que, con el tiempo, alcanza la altura suficiente para convertirse en una isla. Gran parte de esta actividad pasa desapercibida debido a que se desarrolla bajo profundidades considerables.
Una Rosa de Basalto comienza su proceso a través de la fractura gradual de la roca durante el lento enfriamiento de la lava basáltica en diversas coladas, chimeneas volcánicas o calderas que no llegan a desbordarse de manera repentina.
Su enfriamiento ocurre in situ, dando forma a esta singular estructura pétrica. En este caso, las grietas adquieren una morfología radial, conformando cada pétalo con columnas hexagonales y dando como resultado estas magníficas formaciones naturales.
El basalto, el tipo más abundante de roca volcánica en la Tierra, constituye un elemento clave en la corteza oceánica. Además, se encuentra en las superficies de otros cuerpos celestes, como la Luna, cuyas áreas oscuras corresponden a llanuras de flujos de lava basáltica. Superficies de Marte y Venus también están mayormente compuestas de basalto, al igual que algunos meteoritos.
Este fenómeno natural crea paisajes espectaculares que parecen esculpidos a mano. Las rosas de basalto, con su proceso de creación magnífico, son uno de los atractivos naturales que invitamos a disfrutar en nuestra costa.
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